El azúcar, ese dulce tentador, juega un papel crucial y a menudo controvertido en la dieta de nuestros hijos. A pesar de que la glucosa es vital para el funcionamiento cerebral, una ingesta excesiva de azúcar puede impactar negativamente en el desarrollo y la salud infantil. En este artículo, profundizaremos en la diferencia entre los azúcares presentes de forma natural en los alimentos y los añadidos, y analizaremos cómo afectan a la salud de los niños.
Cuando hablamos de azúcar, es fundamental distinguir entre dos tipos principales: el azúcar libre y el azúcar intrínseco. Aunque ambos son "azúcares", su origen y efectos en el cuerpo son notablemente distintos.
El azúcar libre se encuentra tanto de forma natural en ciertos alimentos, como la miel, los zumos de frutas y los jarabes, como añadido por los fabricantes o consumidores en la elaboración de productos. Este tipo de azúcar es el que más preocupaciones genera en términos de salud.
La OMS recomienda que en adultos el consumo máximo de azúcar añadido diario sean 25 gramos y en niños 16 gramos. Sin embargo, los expertos aseguran que el consumo de azúcar es mucho mayor: se estima que los niños consumen en España cinco veces más azúcar del necesario1. A demás siempre que sea posible se debe consumir en su forma natural a través de la lactancia materna, en la leche y productos lácteos sin azúcar y las frutas frescas enteras.
A menudo, sin darnos cuenta, consumimos azúcar de manera indirecta. Muchos alimentos cotidianos contienen azúcares añadidos, incluso aquellos que no consideramos dulces. Por ejemplo, productos como los cereales de desayuno, los yogures, las papillas de frutas y hasta el tomate frito pueden contener azúcares añadidos. Estos azúcares, conocidos como carbohidratos simples, son una fuente de calorías vacías que no aportan nutrientes significativos, como vitaminas o minerales.
El principal problema con el azúcar libre es que su consumo excesivo se ha asociado con diversas complicaciones de salud, especialmente en niños. Estas incluyen el aumento del riesgo de caries dental, obesidad y enfermedades relacionadas, como la diabetes tipo 2. Además, el azúcar libre puede afectar los hábitos alimenticios, fomentando una preferencia por los alimentos más dulces y menos nutritivos.
Por otro lado, tenemos el azúcar intrínseco, presente de forma natural en frutas y verduras enteras, así como en productos lácteos. Este tipo de azúcar, en su estado natural, no es perjudicial para la salud. De hecho, es una parte integral de muchos alimentos saludables.
Las frutas y verduras contienen fibra, vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento y desarrollo saludable de los niños. La fibra en estos alimentos ayuda a ralentizar la absorción de azúcar, evitando picos bruscos en los niveles de glucosa en sangre, un problema común con el azúcar libre.
Es importante entender que el consumo excesivo de azúcar libre no solo afecta al peso y la salud dental. También puede tener impactos significativos en el bienestar general y el comportamiento de los niños. Dietas altas en azúcares añadidos pueden llevar a fluctuaciones en los niveles de energía, afectando la concentración y el estado de ánimo.
El consumo excesivo de azúcar libre tiene implicaciones preocupantes:
Entonces, ¿qué pueden hacer los padres y cuidadores para asegurar un equilibrio saludable en la ingesta de azúcar de sus hijos? Aquí van algunas recomendaciones:
Entender la diferencia entre el azúcar libre y el azúcar intrínseco es fundamental para tomar decisiones informadas sobre la alimentación infantil. Mientras que el azúcar intrínseco forma parte de una dieta saludable y equilibrada, es crucial limitar el consumo de azúcar libre para proteger la salud y el bienestar de nuestros niños. Con un enfoque consciente y educado, podemos guiarlos hacia hábitos alimenticios que promuevan su crecimiento y desarrollo saludable.
Fecha de revision: 13/11/23
ES-NP-2300024