La gastroenteritis es uno de los trastornos gastrointestinales más frecuentes en los niños y consiste en la inflamación de las paredes del estómago y del intestino. Generalmente, se presenta con síntomas como diarrea, vómitos, dolor abdominal y en algunos casos fiebre. El mayor riesgo de la gastroenteritis es la deshidratación provocada por la pérdida masiva de líquidos y sales debido a estos síntomas. Es una enfermedad muy contagiosa, sobre todo si tiene un origen viral. Te contamos las causas por las que tu hijo puede tener gastroenteritis aguda.
En la mayoría de los casos la gastroenteritis tiene un origen viral como la infección por rotavirus o norovirus. Este tipo de virus se propagan con mucha facilidad y contaminan todo aquello con lo que estén en contacto.
La mayoría de las gastroenteritis se deben al norovirus, pero en niños menores de 5 años, las infecciones por rotavirus representan la primera causa de diarrea aguda severa en el mundo. Se transmiten por la ingesta de agua o alimentos infectados o por contacto con objetos contaminados o personas enfermas. Una persona infectada tiene una alta probabilidad de que tenga en sus manos pequeñas partículas de heces o vómitos, y contamine así todo lo que toque con ellas. Este tipo de virus puede sobrevivir en las superficies durante días. Por ello cobra una gran relevancia una higiene correcta como lavarse las manos frecuentemente, sobre todo antes de comer y antes y después de ir al baño.
La gastroenteritis vírica viene acompañada de diarrea acuosa que no contiene mucosidad ni sangre, pero puede provocar en los más pequeños una deshidratación grave además de vómitos y fiebre.
Otra causa de la gastroenteritis puede ser debido a la contaminación de bacterias perjudiciales para nuestro organismo, lo que conocemos como intoxicación alimentaria. Salmonella, Shigella, Campylobacter, Clostridioides difficile, Yersinia, E. coli o Staphylococcus son algunos ejemplos.
La gastroenteritis bacteriana puede aparecer al consumir alimentos contaminados como frutas sin lavar, carnes crudas, huevos, lácteos o salsas. Además, estas bacterias pueden estar presentes en agua de pozos, arroyos y piscinas (enfermedad de las aguas recreativas).
Las bacterias proliferan en los alimentos mal conservados por refrigeración inadecuada. Y en otros casos pueden ser transmitidas por animales domésticos como perros o gatos con diarrea.
Es probable que causen fiebre alta, malestar general, diarrea con sangre y mucosidad e incluso cólicos.
Las causas menos frecuentes en la aparición de la gastroenteritis son los parásitos como por ejemplo Giardia intestinalis o Cryptosporidium parvum, que surgen al consumir agua contaminada y por transmisión fecal-oral. O el Entamoeba histolytica que causa diarrea sangrante y prolifera en instalaciones con escaso saneamiento.
La ingesta de sustancias tóxicas al tomar agua o alimentos contaminados por elementos químicos como arsénico, plomo, mercurio o cadmio, también puede provocar gastroenteritis.
La diarrea es un efecto adverso muy común en los niños durante los tratamientos con antibióticos y se produce debido a su efecto en la flora intestinal, ya que alteran el equilibrio natural de las bacterias ¨buenas¨ cómo las bifidobacterias y facilitan el crecimiento de bacterias ¨malas¨ como el Clostridioides difficile.
Los cuadros leves suelen manifestarse como diarrea acuosa asociada a dolor abdominal cólico. La moderada-grave como diarrea con moco, sangre, dolor y distensión abdominal.
Los probióticos son microorganismos vivos presentes en ciertos alimentos naturales fermentados o complementos alimenticios (de venta en farmacias), que se añaden a nuestra flora intestinal para mantener su equilibrio y mejorarla.
La diarrea es una de las patologías donde mayor evidencia científica tiene el empleo de probióticos. La Guía de la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) refiere que las cepas que han demostrado más eficacia son Lactobacillus paracasei B 21060, L. rhamnosus GG y Saccharomyces boulardii CNCM I-745, cepa de S. cerevisiae.
En una revisión Cochrane se analizaron 63 ensayos clínicos aleatorizados (8014 pacientes), evaluando la eficacia de los probióticos para el tratamiento de diarrea infecciosa aguda en sujetos de todas las edades. Los autores concluyeron que los probióticos reducen la severidad y duración de la diarrea, así como el riesgo de que la diarrea se alargue más de 4 días.
Lactobacillus rhamnosus GG, es una de las cepas más usadas y documentadas del mundo y está recomendado con el mayor grado de evidencia para ayudar a tratar/prevenir la gastroenteritis aguda y la prevención de la diarrea asociada a antibióticos.
Cuando nuestro hijo sufre una gastroenteritis aguda es importante mantener una buena higiene de nuestras manos y del entorno para evitar otros posibles contactos. Además, es importante estar alerta con los síntomas y mantener hidratado al niño a través de soluciones de rehidratación oral (suero hiposódico) para compensar la pérdida de líquidos en las heces.
Es importante que haya una adecuada higiene para prevenir la gastroenteritis y evitar otros posibles contagios. El lavado de manos varias veces al día es la mejor acción con la que prevenir, no solo la gastroenteritis, sino cualquier tipo de virus. Además, también debemos realizar una limpieza diaria, desinfectando las zonas donde ha podido haber algún tipo de residuo orgánico contaminado con heces o vómito. Antes de comer y después de ir al baño en el caso de los niños y al manipular los alimentos o limpiar restos por parte de los adultos.
La reposición de líquidos y electrolitos, debido a las frecuentes deposiciones, es fundamental en el tratamiento de la gastroenteritis. Siempre que sea posible se realizará de manera oral mediante sueros de rehidratación de venta libre en farmacias.
Los signos de deshidratación grave son mucosas pastosas, inactividad, disminución o escasez de la orina, llanto sin lágrimas, pulso rápido o debilitado, respiración profunda y rápida, etc. En el caso de sospechar de estos síntomas deberás acudir a los servicios de urgencias médicas inmediatamente.
Tanto el suero como los alimentos los iremos introduciendo poco a poco a medida que el niño los vaya tolerando. La dieta debe ser variada y sin excesos de grasas ni azúcares. Los bebés lactantes no deben dejar las tomas dado que esta leche es una gran fuente de beneficios para el sistema inmunitario de nuestro hijo.
Ante cualquier duda debemos consultar con el pediatra.