Cuando los niños sufren de diarrea, una de las principales preocupaciones para los padres es cómo manejar su alimentación y qué líquidos son los más adecuados para su recuperación. La diarrea, a menudo causada por gastroenteritis aguda, es un trastorno común en la infancia que, aunque generalmente breve, puede crear incertidumbre en cuanto a la mejor manera de cuidar a los pequeños durante este período. En este artículo, proporcionaremos pautas claras y consejos prácticos para los padres sobre cómo tratar la diarrea en niños y asegurar su bienestar.
En el tratamiento de la diarrea infantil, la prevención de la deshidratación es crucial debido a las frecuentes deposiciones. Los niños, debido a su tamaño corporal más pequeño y a una tasa metabólica más alta, son más propensos a deshidratarse. La deshidratación no solo agrava el cuadro clínico de la diarrea, sino que también puede llevar a complicaciones serias si no se maneja adecuadamente.
Una de las medidas más efectivas para prevenir la deshidratación es el uso de suero de rehidratación oral, que se puede adquirir en farmacias. Este suero está específicamente formulado para reponer los líquidos y electrolitos perdidos durante los episodios de diarrea. Contiene una proporción equilibrada de sales y azúcares que facilitan la rápida absorción de líquidos en el intestino.
Es importante administrar el suero en pequeños sorbos a medida que el niño lo vaya tolerando, especialmente después de cada episodio diarreico. La regularidad en la administración es clave para una efectiva rehidratación. En contraste, las bebidas isotónicas comunes, las soluciones caseras o las bebidas azucaradas no son recomendables para estos casos. Aunque pueden parecer una alternativa práctica, su alta concentración de azúcar y la desproporción en su contenido de sales pueden empeorar los síntomas de la diarrea. Además, estas bebidas no están diseñadas para reponer los electrolitos de manera óptima como lo hace el suero de rehidratación.
La alimentación durante episodios de diarrea en niños es un aspecto que suele generar incertidumbre en los padres. A menudo, se piensa en dietas astringentes como arroz hervido, manzana cocida, jamón dulce, o tostadas, y en algunos casos, incluso se considera el ayuno. Sin embargo, las investigaciones actuales indican que la gastroenteritis no debe ser una razón para modificar drásticamente la dieta habitual del niño.
Es normal que los niños pierdan el apetito durante la diarrea, pero es importante reintroducir gradualmente alimentos sólidos cuando vaya tolerando el suero de hidratación oral y tenga ganas de comer. El inicio temprano de la alimentación durante episodios de diarrea en los niños puede contribuir significativamente a acortar la duración de la diarrea, además de promover una recuperación más rápida en términos de aumento de peso. Esta práctica no conduce a un incremento en la frecuencia o cantidad de las deposiciones.
Siguiendo las directrices de la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la ESPGHAN, se aconseja que en casos de gastroenteritis aguda (GEA) sin signos de deshidratación, los niños deben continuar con su dieta normal. En situaciones donde el niño presenta deshidratación, es esencial la administración de suero oral para rehidratar, y una vez que la hidratación se ha restablecido, se debe reanudar la alimentación habitual lo más pronto posible para evitar una mayor pérdida de peso.
El uso de probióticos en el tratamiento de la gastroenteritis aguda es una práctica respaldada por numerosos estudios científicos. Estos microorganismos vivos, encontrados en algunos alimentos fermentados y suplementos disponibles en farmacias, contribuyen a mantener y mejorar el equilibrio de nuestra flora intestinal.
Entre las cepas de probióticos más eficaces para el tratamiento de la diarrea infecciosa aguda, se encuentra Lactobacillus rhamnosus GG (LGG), reconocida por ser una de las cepas más estudiadas y documentadas a nivel mundial. Su eficacia ha sido demostrada en diversas investigaciones, incluyendo un análisis de la Cochrane que examinó 63 ensayos clínicos aleatorizados, con un total de 8014 pacientes. Este análisis concluyó que los probióticos, particularmente LGG, son eficaces en reducir tanto la severidad como la duración de la diarrea, disminuyendo también el riesgo de que esta se prolongue más allá de cuatro días.
LGG es particularmente recomendado por su alto grado de evidencia en la ayuda para tratar y prevenir la gastroenteritis aguda, así como en la prevención de la diarrea asociada al uso de antibióticos.
En el caso de bebés lactantes, se debe continuar con la lactancia materna, ya que esta ha demostrado reducir la prevalencia y duración de la diarrea. Para los bebés alimentados con fórmula, la recomendación general es continuar con la misma alimentación, aunque se puede diluir la fórmula ligeramente con más agua para facilitar su digestión. Los estudios muestran que la dilución de la fórmula puede ser beneficiosa, especialmente en casos de diarrea leve.
En lo que respecta a las fórmulas sin lactosa o derivadas de la soja, no hay suficiente evidencia que respalde su uso rutinario en casos de gastroenteritis aguda. Aunque algunas investigaciones sugieren que las fórmulas sin lactosa podrían reducir la duración de la diarrea, la decisión de utilizarlas debe basarse en la condición específica de cada niño y en consulta con su pediatra.