Cuidados del recién nacido
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La fiebre es una respuesta natural del cuerpo ante diversos agentes externos, como infecciones bacterianas o virales, y es un mecanismo de defensa diseñado para combatir estos patógenos. En la mayoría de los casos, la fiebre en niños está asociada a infecciones virales, que representan alrededor del 90% de las causas. Aunque es un síntoma común, puede generar dudas y preocupación en los padres sobre cómo actuar correctamente para aliviar el malestar del pequeño. En este post, te explicamos qué hacer y qué evitar cuando tu hijo tiene fiebre para asegurar su bienestar.
La fiebre se define como un aumento de la temperatura corporal por encima de lo normal, generalmente superior a 38°C cuando se mide en el recto, o 37.5°C cuando se toma en la axila. En los niños, la fiebre es comúnmente una respuesta a infecciones virales o bacterianas. Aunque puede ser incómoda para el pequeño, no siempre indica una condición grave.
Cuándo consultar al pediatra:
• Si el niño tiene menos de 3 meses y presenta fiebre superior a 38°C.
• Si la fiebre dura más de 3 días.
• Si el niño muestra dificultad para respirar, letargo extremo o irritabilidad persistente.
• Si hay presencia de erupciones cutáneas, rigidez en el cuello o convulsiones.
• Si el niño no bebe líquidos y muestra signos de deshidratación, como sequedad en la boca o llanto sin lágrimas.
• Si tiene diarrea persistente o vómitos repetidos
1. Mantener la calma
La fiebre es un mecanismo natural del cuerpo para combatir infecciones. Antes de entrar en pánico, observa el estado general del niño. Si está activo y responde bien, es probable que la fiebre no sea motivo de alarma inmediata.
2. Controlar la temperatura
Usa un termómetro para medir la temperatura del niño y tener un registro claro de sus variaciones. Los termómetros digitales son precisos y fáciles de usar. La medición rectal es la más confiable en bebés menores de un año, mientras que en niños mayores, la medición en la axila es adecuada.
3. Mantener al niño hidratado
Es fundamental evitar la deshidratación. Ofrécele agua, leche materna, sopas o sueros de rehidratación oral en pequeñas cantidades, especialmente si tiene poca energía para beber grandes volúmenes.
4. Vestir al niño con ropa ligera
Para ayudar al cuerpo a regular su temperatura, es importante que el niño no esté sobreabrigado. Usa ropa ligera y mantén la habitación fresca y ventilada.
5. Administrar medicamentos si es necesario
Si la fiebre supera los 38.5°C y el niño está incómodo, puedes administrar antipiréticos como paracetamol o ibuprofeno, siempre siguiendo las indicaciones del pediatra. Nunca uses aspirina en niños, ya que está asociada al síndrome de Reye, una condición grave pero rara.
6. Observar los síntomas asociados
Presta atención a otros signos que acompañen la fiebre, como dificultad para respirar, vómitos, o rigidez en el cuello. Estos pueden ser indicadores de una enfermedad más seria.
1. No recurrir a remedios caseros agresivos
Evita usar métodos extremos, como baños fríos, frotaciones con alcohol o ventiladores directos. Estas prácticas pueden causar escalofríos y empeorar la incomodidad del niño. Si optas por un baño tibio, asegúrate de que el agua esté a una temperatura confortable (unos 2°C por debajo de la temperatura corporal).
2. No forzar la comida
Si el niño no tiene apetito, no lo obligues a comer. Es normal que la fiebre disminuya el interés por la comida. Lo importante es mantenerlo bien hidratado. Cuando recupere el apetito, ofrécele alimentos ligeros y de fácil digestión.
3. No usar medicamentos sin indicación médica
No administres medicamentos para la fiebre sin la dosis y frecuencia adecuadas recomendadas por un médico. Un mal uso de los antipiréticos puede causar efectos secundarios.
4. No sobre abrigar al niño
Aunque pueda parecer que el niño tiene frío, cubrirlo con mantas gruesas o abrigarlo en exceso puede aumentar la temperatura corporal, lo que es contraproducente.
5. No ignorar los signos de alarma
Si la fiebre persiste más de tres días, si aparece una erupción inusual o el niño muestra signos de deshidratación, es esencial consultar al pediatra de inmediato.
La fiebre en niños, aunque puede ser angustiante, es un mecanismo natural del cuerpo que generalmente no representa un peligro si se maneja adecuadamente. Con hidratación, descanso y seguimiento cuidadoso, la mayoría de los episodios febriles se resuelven sin complicaciones. Sin embargo, es fundamental estar atentos a los signos de alarma y consultar al pediatra cuando sea necesario. Mantener la calma y actuar con precaución es la mejor manera de cuidar a tu hijo cuando tiene fiebre.
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