Sueño seguro: ¿Cómo debe dormir el bebé?
El sueño seguro es una de las mayores preocupaciones para los padres de recién nacidos. Durante los primeros meses de vida, es crucial seguir...
3 minuto leído
El verano es una época llena de diversión y actividades al aire libre para los más pequeños. Sin embargo, también trae consigo una serie de enfermedades que pueden afectar la salud de los pequeños. Es importante conocer toda la información sobre estas afecciones para prevenirlas y actuar rápidamente si aparecen. A continuación, veremos cuáles son las más comunes y te ofrecemos consejos sobre cómo combatirlas y evitarlas a tiempo.
La exposición excesiva al sol puede dañar la piel de nuestros pequeños, especialmente si no tomamos las precauciones necesarias. Para prevenir las quemaduras por los rayos UVB y UVA debemos aplicar cremas específicas para niños con factor de protección solar 50 o superior y máximo cada 2 horas.
En las horas de mayor exposición solar es recomendable evitar el sol. Es importante también usar ropa con tejidos especiales frente a los rayos UVA Y UVB, gorras, sombreros y buscar zonas de sombra que impedirán la aparición de quemaduras en su piel. Si la abrasión ya se ha dado es importante aplicar compresas frías, mantener al niño hidratado y consultar a un médico si la situación es grave.
Los síntomas de esta dolencia incluyen enrojecimiento, dolor, ampollas y descamación de la piel. Es una preocupación común para los padres durante el verano.
La otitis es una enfermedad muy usual en verano, produce la inflamación del oído tras pasar mucho tiempo dentro de la piscina. El agua puede quedar atrapada en el oído favoreciendo el crecimiento de bacterias y causando infecciones. Los síntomas son dolor, picazón, enrojecimiento y posible pérdida de audición de forma temporal.
Para prevenir la infección se recomienda mantener seca la zona después de nadar e incluso usar tapones si es preciso. Si sospecha que su hijo padece otitis debe consultar con un pediatra para obtener el diagnóstico y tratamiento adecuados.
Las intoxicaciones alimentarias en niños se multiplican durante el verano por el incremento de temperaturas que favorece la proliferación de microorganismos en los alimentos. Estas intoxicaciones se producen por la ingesta de alimentos contaminados por bacterias o sus toxinas, virus o parásitos, cuyos efectos dañinos en el organismo pueden afectar a la salud de los niños provocándoles problemas digestivos.
Es importante prestar especial atención a las comidas al aire libre, que son más frecuentes en verano, ya que puede romperse la cadena del frío y hay un mayor riesgo de intoxicación alimentaria como gastroenteritis producidas por bacterias o sus toxinas. Un caso muy delicado es el de la intoxicación por salmonelosis que se produce por la proliferación de diversas especies del género Salmonella por una mala conservación debido a las altas temperaturas de los alimentos como el huevo, aves, carnes, e incluso frutas y verduras.
Los síntomas más comunes son diarrea, fiebre, dolor abdominal y de cabeza, vómitos, náuseas, debilidad y malestar general, que pueden llegar a dañar la salud de los niños. En el caso de que los síntomas perduren y no remiten, es imprescindible acudir al pediatra de manera urgente.
La buena conservación de los alimentos es indispensable para no dañar la flora intestinal de los pequeños y evitar cualquier tipo de malestar digestivo que pueda afectar a la salud de los más pequeños.
Las picaduras de insectos son una molestia habitual en verano, pueden causar irritación, enrojecimiento, hinchazón, picor e inflamación en la piel de los niños. Incluso transmitir enfermedades de mayor gravedad.
Para prevenir esta situación se recomienda el uso de repelentes adecuados para niños cuya concentración de DEET (ingrediente para repeler insectos que pican) sea baja. Además, se deben usar prendas que cubran la mayor cantidad de piel y evitar áreas donde los insectos sean más frecuentes. En caso de picaduras aplicar compresas frías y cremas o lociones calmantes aliviarán las molestias.
La deshidratación es un riesgo común durante los meses calurosos del año, especialmente cuando los niños están activos al aire libre. Los síntomas incluyen sequedad de boca, sed extrema, mareos, debilidad, disminución de la orina y letargo.
Para prevenir esta situación hay que asegurarse de que los pequeños beban suficiente líquido, preferiblemente agua, a lo largo del día. Deben beber antes de tener sed y hacer descansos regulares para rehidratarse durante la actividad física. Evitar siempre las bebidas azucaradas o con cafeína, ya que ayudan a la deshidratación del organismo.
Las infecciones por hongos y la cistitis aparecen con mayor frecuencia en verano debido a factores como la humedad y el uso frecuente de piscinas públicas. Los síntomas incluyen picazón, enrojecimiento e irritación en piel, boca o genitales en el caso de los hongos. La cistitis se caracteriza por dolor o ardor al orinar, necesidad frecuente de hacer pis y micción turbia o con olor fuerte.
Para prevenir las infecciones por hongos debemos mantener la piel de nuestros hijos limpia y seca. Para ello es recomendable no permanecer con el traje de baño húmedo durante mucho tiempo. Para evitar la cistitis nuestros pequeños deben ir al baño con regularidad y orinar después de nadar.
En verano los niños se enfrentan a algunas enfermedades que pueden afectar a su bienestar. Lo bueno es que se pueden prevenir y combatir con medidas simples evitando el malestar de los más pequeños y asegurándoles un verano sin complicaciones. Recuerda consultar a un profesional de la salud en caso de gravedad.
El sueño seguro es una de las mayores preocupaciones para los padres de recién nacidos. Durante los primeros meses de vida, es crucial seguir...
Los mocos son una parte natural del sistema respiratorio y cumplen una función esencial en la protección de nuestras vías respiratorias contra ...
Los probióticos, conocidos como "bacterias buenas", son microorganismos vivos que ofrecen diversos beneficios para la salud, particularmente en el...