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El rotavirus es la causa más común en diarrea aguda de carácter infeccioso en la infancia (entre los 6 meses y 2 años de edad), convirtiéndose en los casos más graves en la causa del 50% de hospitalizaciones por diarrea grave infantil. La transmisión de este virus es por vía fecal-oral entre personas o mediante alimentos u objetos contaminados. En España suele darse con mayor frecuencia en los meses de invierno y de primavera siendo el principal foco de infección las guarderías, centros de preescolar y hospitales.
El rotavirus es un virus frecuente que infecta el tracto gastrointestinal causante de la gastroenteritis aguda, el cual afecta a casi todos los niños en sus primeros años de vida. Se encuentra en las heces de una persona infectada y es muy contagioso sobretodo en niños de corta edad, ya que tienen más facilidad para tocar o llevarse algo contaminado a la boca, como un juguete. Además, el rotavirus puede vivir en las superficies durante días, por tanto, es importante mantener una buena higiene y lavarse las manos frecuentemente, sobretodo antes de comer y después de ir al baño.
Los adultos no están exentos de contagiarse y aunque los síntomas suelen ser más leves, es muy común que se puedan contagiar de rotavirus las personas que están regularmente en contacto con niños pequeños, como personal de guardería, cuidadores o familiares.
El periodo de incubación de la infección por rotavirus es de dos a cinco días posteriores a la exposición del virus y los primeros síntomas suelen ser fiebre, vómitos, dolor abdominal, seguidos de dos a siete días con diarrea acuosa, en los casos más leves.
Sin embargo, si las deposiciones son muy frecuentes, hay presencia de diarrea con sangre, fiebre alta, síntomas de deshidratación o algún síntoma más grave, se deberá acudir inmediatamente al hospital para que un médico valore la situación.
Los síntomas de la infección por rotavirus son similares a los de otras infecciones bacterianas y víricas. Por lo tanto, puede ser difícil para los médicos diagnosticar la infección por rotavirus. Por lo general, se recoge una muestra de heces de una persona infectada por el rotavirus y se envía al laboratorio para detectar el virus. La muestra de heces se examina para detectar la presencia del rotavirus buscando el material genético del virus. Si el laboratorio encuentra el virus, puede confirmar el diagnóstico y determinar si hay riesgo de transmisión.
No hay tratamiento específico para la infección por rotavirus. Como en el caso de la gastroenteritis, se aconseja un adecuado aporte de líquidos con agua o suero oral para evitar la deshidratación. Para su prevención, se debe evitar el contacto con personas infectadas y es imprescindible un lavado de manos frecuente con agua y jabón.
Cuando un virus penetra en nuestro organismo, infecta las células sanas y nuestro sistema inmunitario produce una reacción para tratar de erradicarlo. Mantener una buena alimentación y unos hábitos saludables favorece que tengamos una microbiota intestinal sana. Por tanto, los probióticos, que son bacterias intestinales beneficiosas, contribuyen a reforzar nuestra salud digestiva e influyen en nuestro sistema inmunológico, ya que el 80% de nuestras defensas se encuentran en el intestino.
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